
Día del Trabajador Alimenticio
Hoy es el día del trabajador de la alimentación. Lógicamente saludaré a muchos en mi entorno laboral, pero por alguna razón, al enterarme de esta fecha inmediatamente me acordé de las dos primeras trabajadoras de la alimentación que conocí: mis abuelas.
Moldeado por uno de los genes argentinos más extendidos, me encuentro recordando con gran admiración a una tana y una gallega. María Rosa, -“Marietta” para sus amigos de Zaccanopoli en el Sur mega profundo de Reggio di Calabria- y Dolores, “Dolores Da Calva”, incansable fabricante y distribuidora de pan en los bravíos caminos del municipio de Zas, en Galicia.
Yo las recuerdo mucho cocinando. Guisos, tortillas, chulas, cruias, carnes al horno, buñuelos de espinaca, unos tucos galácticos, ropa vieja, una simple milanesa con ravioles de ricotta en el hueco para almorzar del cole o los mejores pucheros del mundo mundial ¿Será ese el origen de mis imparables ganas de experimentar en la cocina?
Es en la figura de ellas, de mi mamá, mis tías, mi suegra, mi mujer y más de un amigo que afronta la cocina con irreverente creatividad, donde yo encuentro a los verdaderos trabajadores de la alimentación. No soy un radical, y eso me permite admirar del mismo modo un plato ultra sofisticado, en el que los ingredientes fueron finamente seleccionados, donde los procesos se cumplieron con rigurosidad quirúrgica, donde el color haría las alegrías de miles de instagrammers y el sabor dibujaría un gesto de aprobación en los críticos de cocina más –ácidos y- televisivos. Pero es en el evento cotidiano donde todo cobra sentido: un plato hecho con amor y pensando en el otro es insuperable. Es el vinilo de la comida. Ya sea una purecito a base de calabaza o unos agnolotti hechos a mano con un tuco que se pasó cuatro horas al fuego.
Mis abuelas pasaron de cocinar con carbón a hacerlo con microondas, pero lo que no cambió nunca en su hacer, fue el amor que le pusieron a cada plato; el ingrediente infaltable que me enamoró del maravilloso acto de cocinar para otros.
¡Feliz día!